El proceso de paz que lleva a cabo el Gobierno nacional con las Farc es uno de los temas más complejos en los últimos tiempos en Colombia.
Un país agobiado por un conflicto armado de más de cincuenta años, con actores armados crueles, ha llevado a la mayoría de colombianos a optar por la salida militar como solución más efectiva frente a esta situación.
¿Puede decirse que ha funcionado la solución militar para acabar el conflicto? Pareciese que no. Si bien es evidenciable una recuperación sin precedentes de la superioridad militar y presencia del Estado en casi todo su territorio, el conflicto sigue latente como una “fea durmiente” que cuando se despierta vuelve a desestabilizar el sosiego de la sociedad.
El conflicto se ha vivido con mayor intensidad en el área rural en los últimos años.
La parte urbana pareciese como si estuviese superándolo. Por ello el proceso de paz, acompañado de estrategias como seguir combatiendo con severidad los grupos armados ilegales, negociar en otro país y en medio de la guerra, no permitir despejes territoriales, entender que nada está negociado hasta que todo este negociado, ir disminuyendo poco a poco la escalada militar del conflicto y el minado de zonas, etc.; es la manera en mi opinión más conducente para lograr la terminación del conflicto.
Las partes han entrado – al parecer – en la recta final del conflicto como se evidencia con la promesa del máximo jefe de las Farc alias “Timochenko” y el presidente Santos de firmar el acuerdo final a más tardar en marzo del próximo año.
Más allá del alcance del contenido de los puntos que se negocian en La Habana (desarrollo agrario, drogas ilícitas, participación política, justicia y reparación a las víctimas, terminación del conflicto, etc.) surge el interrogante ¿es necesaria la aprobación del pueblo del acuerdo final?, ¿no hubo acaso una aprobación popular en la reelección del Presidente Santos cuando este prometió en campaña seguir negociando la terminación del conflicto?
Creo que en principio el Presidente no tiene obligación política de convocar al pueblo para aprobar el acuerdo final con las Farc.
El pueblo ya había refrendado el proceso en La Habana al reelegirlo como Presidente. Sin embargo, Santos desde el inicio de la negociación se comprometió con el país a convocar al pueblo para legitimar el acuerdo de paz. ¿Cuál es entonces el mecanismo más apropiado para refrendar el acuerdo, un plebiscito, un referendo o una Asamblea Constituyente?
La Asamblea y el referendo son mecanismos por esencia de reforma constitucional que tienen sus complejidades y dinámicas propias. Ambos son instrumentos jurídicos contemplados en la Constitución para reformarla no para aprobar un acuerdo de paz.
La Asamblea hasta ahora no ha sido usada para reformar la actual Carta. En el caso del referendo se ha intentado una vez, y se pudo evidenciar la dificultad en cuanto a las formas (vía jurisprudencia de la Corte Constitucional) para desarrollarlo y la complejidad del umbral mínimo de participación popular.
El plebiscito en cambio es un instrumento de participación ciudadana mediante el cual el Presidente convoca al pueblo para que apoye o rechace una determinada decisión del ejecutivo que no requiere aprobación del Congreso. Este mecanismo a mi parecer es más expedito y la decisión del pueblo permitiría legitimar democráticamente el acuerdo de paz con las Farc. La gran discusión que seguiría es si sería obligatoria o no la decisión que adopte el pueblo a través del plebiscito ya que la norma al respecto no es clara.