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Es hora de que eduquemos para la vida
Lo que la vida necesita, y especialmente en nuestro país, es una educación libre, democrática, sin tantas quejas ni reglamentos.
Jueves, 25 de Febrero de 2016

La educación ya está cansada de que se le subvalore, de que la hayamos tomado casi que exclusivamente como un vehículo repartidor de conocimientos, de información, de opresiones y deberías en materias que en la mayoría de los casos no le han servido a la gente para nada, porque para la vida, para saberla vivir bien, haciendo el bien, no se necesitan tantas matemáticas, ni física, ni química. 

Lo que la vida necesita, y especialmente en nuestro país, es una educación libre, democrática, sin tantas quejas ni reglamentos, sin clases magistrales y sí prácticas y divertidas, en la cual el muchacho participe y escoja cuáles materias le interesan para tomarlas  y cuáles no le gustan para nada… y dejarlas a un lado, punto; donde todos los profesores y personal que trabajen en cada colegio, tengan pasión y una actitud positiva hacia lo que hacen, hacia los alumnos y hacia la esperanza de un cambio de vida real en nuestro país, que les permita visualizar el bien que pueden hacer para reconstruir o mejorar a Colombia en el venidero posconflicto. 

Con este tipo de posiciones honestas podrán ponerle amor a su trabajo,  entendiendo que debe ser un facilitador de herramientas dadas con sonrisas, ganas y buen genio todos los días, para que los niños y adolescentes vivan alegres y motivados a aprender lo que quieran en artes (teatro, danzas, música, pintura, diseño, poesía etc.), oficios como carpintería, mecánica, electricidad, plomería etc., idiomas, deportes, y a discernir, a desarrollar su capacidad para detectar, analizar y solucionar problemas de la vida cotidiana de manera asertiva. 

Si formamos en valores desde el jardín infantil, sin seguir diciéndole a los niños “pórtense bien si quieren salir al recreo” “no molesten a sus compañeritos para poder ser buenos niños”, “no coja las cosas de los demás sin permiso, hay que ser obedientes”, sino modelándoles con el ejemplo y  a través de juegos de roles, los niños van a comprender y a aceptar el camino de los valores para ser mejores y más felices personas. 

Sí, es que todos esos sistemas caducaron  hace más de 100 años; métalos a la basura y quémelos, no se distraiga en pedirle permiso a nadie, decídase a ser útil sin auto-engañarse.  Los valores no se enseñan, se hacen  con alegría en el quehacer diario, en la interacción humana persona a persona en las distintas situaciones de juegos, conversaciones, hogar, transporte etc. 

El educador además debe ser un moldeador de todos esos comportamientos positivos de los niños y a su vez un reforzador que incentiva para que la solidaridad, el respeto, la alegría,  el liderazgo etc. etc. se sigan repitiendo y sean ejercidos por todos.  

Cambiando las maneras de enseñar, y de formar, de pensar y actuar bien,  y con un escuadrón de maestros honestos fue que Finlandia se posicionó como un modelo educativo de referencia en el mundo desde 1978. Con solo emularlo a consciencia y con un toque criollo bonito, poco a poco sin esperar a que Santos o la palomita del Espíritu Santo lo haga, podremos ilusionarnos con que Colombia algún día no tan lejano será un mejor país, porque tendremos gente nueva preparada con valores y capacitada para servir sin  dejarse meter en los cuentos de la ladronería, lagartería, mezquindad y ambición sin límites, sabiendo combatir sí, la maldita corrupción que tiene uno de los niveles más altos del continente, salida tristemente del mediocre sistema educativo colombiano, que revienta en la universidad con un título, que para muchos se convirtió y se sigue convirtiendo en la licencia para joderse en los demás; manos a la obra. 

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