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Entre pragmatismo derechista e ilusionismo izquierdista
Pensar las elecciones del 2022 requiere partir de la realidad de las fuerzas políticas electorales.
Miércoles, 30 de Diciembre de 2020

Las elecciones en cada sociedad son un acto que requiere la participación activa de los ciudadanos en el ejercicio de votar –no es simplemente opinar o darle un ‘de acuerdo’ en redes sociales-, por ello creo que pensar las elecciones del 2022 requiere partir de la realidad de las fuerzas políticas electorales, sin que signifique esperar una repetición de los resultados electorales. Los partidos con mayor representación en Senado y Cámara de Representantes en las elecciones de 2018 fueron el Centro Democrático y el Partido Liberal, luego serían las fuerzas indicadas para liderar la conformación de una coalición de su espacio político. Y como sabemos, por las informaciones de prensa, el líder del Centro Democrático se ha venido moviendo en esa dirección.

Lo que no conocemos es si el jefe del Partido Liberal está haciendo algo parecido. Porque desde esa lógica los dos partidos políticos que pudieran liderar una coalición electoral de fuerzas de centro serían el Partido Liberal, junto con el Partido Alianza Verde y eventualmente el Partido Cambio Radical, a partir de lo cual se podría ir buscando acercamientos con otras fuerzas políticas, incluso el Partido de la U. Porque la realidad de los acuerdos político-electorales parten de allí, qué potencial de votantes representa cada fuerza y claro luego qué aspectos programáticos los acerca y qué acuerdos de otra naturaleza.

En esta ocasión lo novedoso es la ‘explosión’ de pre-candidatos presidenciales –algunos de ellos parecerían ser más ilusiones que otra cosa-, lo cual no creo que sea lo saludable, porque así como se requiere hacer todos los esfuerzos por ganar la Presidencia, es igualmente estratégico contar con fuerzas mayoritarias y liderazgos probados en el Congreso, que contribuyan a materializar la labor y hacer realidad los aspectos programáticos. También la oposición requiere de líderes probados que contribuyan a realizar su importante labor de control político –que no es cogobernar-.

Por ello me parece resaltable, si es cierto, que Germán Vargas Lleras haya decidido encabezar la lista a Senado de su partido, porque es un dirigente nacional importante y que ha sido un buen congresista; igualmente pensaría que eso debería hacer Gustavo Petro, encabezar la lista de su partido la Colombia Humana o Sergio Fajardo la de su partido y Humberto de la Calle la del Partido Liberal, para que lleguen bancadas sólidas al Congreso con liderazgos respetados por ser conocedores de los problemas del país.

Eso permitiría que se pudiera escoger fórmulas presidenciales de consenso con nombres frescos pero que representarían opciones democráticas probadas. Me imagino una formula por una coalición de centro y centro-izquierda con Alejandro Gaviria y Juanita Goebertus, por ejemplo, pero hay muchos otros nombres que podrían encarnar muy bien esa posibilidad y con referentes éticos a toda prueba. Y con un programa democrático básico centrado: 1) estimular una reactivación económica con políticas de redistribución social incluyendo la generación de empleo, 2) un compromiso en la implementación del Acuerdo de Paz y avanzar hacia una Paz completa, 3) una política de salud coherente y que apunte a superar los problemas ya identificados, 4) un fortalecimiento a las políticas educativas, incorporando lo positivo que ha dejado este período de pandemia, 5) apoyo a la producción agropecuaria, 6) políticas de compromiso claro en la defensa del medio ambiente, 7) una política exterior independiente de ningún tipo de poder externo, pero manteniendo las mejores relaciones con todos los países.

No sería muy difícil, siempre y cuando se lograran ‘controlar’ muchos egos políticos que por ahora están impidiendo cualquier posibilidad cierta en esa dirección. Ya veremos si nos toca convivir con lo mismo o se abren nuevas opciones.

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