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Ente la Niña y el Niño
La hora presente nos indica que estamos con el agua al cuello.
Viernes, 16 de Diciembre de 2022

Tal como va el deterioro del medio ambiente, el mundo está condenado a vivir entre lo que se denominan los fenómenos del Niño y de la Niña. El primero caracterizado por intensos veranos en donde la ausencia de lluvias hace estremecer a los habitantes que ven reducidas las posibilidades para mantener los cultivos y los ganados, para producir energía, y para aprovisionarse para las necesidades básicas de subsistencia. Y el segundo, como el que estamos viviendo en la actualidad, caracterizado por prolongadas lluvias que causan destrucción, representada en inundaciones y corrientes de agua que todo lo arrasan.

El resultado lo vemos claramente reflejado en las cifras: El 85% de los humedales en el mundo se han perdido y 13 millones de hectáreas de bosque son arrasadas cada año. En el caso de Colombia, se han deforestado en los últimos 20 años 3,1 millones de hectáreas de bosque, lo que nos puede indicar de manera muy clara cual puede ser el efecto de un medio ambiente sometido a semejantes deterioros. Seguramente podemos concluir que antes no estamos peor. 

Pero lo que registramos con enorme tristeza, es que nos vivimos quejando de todas estas dramáticas cifras, pero las acciones que es necesario tomar distan demasiado de las realidades; es decir, nos contentamos con colocar paños de agua tibia para un mal que carcome a la humanidad entera.

Y nada importante será posible hacer, si no se dimensiona el problema en las reales circunstancias y si no se fijan las acciones de corto, mediano y largo plazo que es necesario tomar, en donde exista el compromiso de todas las partes involucradas: gobierno nacional, gobiernos regionales y locales, autoridades ambientales y comunidad.

Las Naciones Unidas han hecho un angustioso llamado al mundo para que se comprometan en un plan que ha denominado Objetivo 30x30, consistente en la búsqueda de la conservación y protección de al menos el 30% de la superficie de la tierra y el mar de aquí al año 2030.

Ese objetivo requiere del aporte y compromiso individual de cada uno de los países del mundo; en el caso colombiano, la obligación es tener trazado ese plan lo antes posible, para que cada organismo del Estado, y cada miembro de la comunidad, sepan cuál es su obligación al respeto, e inicien el trabajo respectivo para cumplirlo.

Debe tenerse en cuenta que los programas diseñados, tienen que estar dotados de un seguimiento muy preciso, para que sea posible señalar con nombre propio a todos aquellos que no cumplen, y que serán los responsables del deterioro climático del país.

La hora presente nos indica que estamos con el agua al cuello, seguimos hacia la época de intenso calor, y de por medio, los desastres que nos harán la vida insoportable y llena de tremendos sufrimientos.

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