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‘El Terrible’, con un pie en la cárcel
Lyons firmó y pagó multimillonarios contratos que no han sido ejecutados, en la mayoría de los casos.
Domingo, 10 de Julio de 2016

Fui el primer columnista en denunciar el rosario de delitos que se urdieron en la gobernación de Alejandro Lyons. Lo desenmascaré, pues posaba de prohombre y buen administrador. Lo hice con vehemencia, pruebas y argumentos, y con dolor de patria chica: Córdoba es el departamento que me vio crecer, y mucho de lo que soy se lo debo a esas tierras, en las que el valor es costumbre, y el cariño es peste. Me causaba horror, además, que un hombre tan joven, llamado a ser la luz del cambio, resultara más delincuente, oscuro y siniestro que todos los viejos corruptos que lo precedieron.

Nunca di un peso por Lyons; pero, si este hubiera hecho las cosas bien, yo sería su “defensor de oficio”. No tengo problemas en reconocer que puedo equivocarme, como cualquier otro mortal. Lamentablemente, estaba en lo cierto: Alejandro Lyons es un hombre perverso, capaz de cualquier cosa por dinero, incluyendo asesinatos de por medio. Antes de llegar a la gobernación, ejerció el derecho penal sin éxito ni trascendencia, y, por una de esas volteretas impresentables de la politiquería, pasó de ser un pobre diablo que apenas tenía para vivir, a ser un “emperadorcito” que manejaba un presupuesto millonario, que hizo suyo, cual botín pirata.

Lyons firmó y pagó multimillonarios contratos que no han sido ejecutados, en la mayoría de los casos. Ni que decir de los leoninos convenios para los programas de ciencia y tecnología, que también se los robaron y guardan relación directa con la extraña muerte del director de regalías del Departamento de Córdoba, Jairo Zapa. El saqueo fue descomunal. Tan solo un ejemplo: el señor exgobernador suscribió un contrato por más de 15 mil millones de pesos, cuyo objeto era la compra de carneros, dizque para un proyecto productivo en la región. La plata fue a parar al bolsillo de Lyons, y los pocos animales que compraron de seguro terminaron en una olla de sancocho en la finca del padre de “el Terrible” o de su tío “el Mochito”.

Como si todo lo anterior fuera poco, “el terrible” también es el cerebro detrás del cartel de la hemofilia: giró 50 mil millones de pesos a centros médicos de papel, para suministrar medicinas a pacientes afectados por dicha enfermedad, personas que, de acuerdo con un informe de la Contraloría General, nunca existieron. Los jugosos contratos les fueron adjudicados a esas empresas fantasma, manejadas por “calanchines” de Lyons.

Ni más faltaba que un abogado como yo pretenda desconocer la presunción de inocencia que le asiste a Lyons; pero las evidencias de sus crímenes son irrefutables en grado de certeza, empezando por el incremento patrimonial desproporcionado e injustificado de él y de su familia, y, por supuesto, del grupo de amigos que lo secundó en cientos de fechorías.

A Lyons, a sus cómplices y a los testaferros que esconden el fruto de la ruindad, la justicia los tiene en la mira, y de nada les servirá esa plata manchado de sangre de los pobres, con la que se enriquecieron, pues la ley caerá sobre ellos, como un mazo implacable.

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