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El sí, expresión imperativa de la paz
Pastrana causó un grave daño a la gente del campo, al haber entregado a las Farc el control total de la población rural.
Sábado, 20 de Agosto de 2016

Para la población urbana de las grandes ciudades, las guerrillas son bandas armadas que hacen casi imposible visitar el campo, pero para la población campesina, éstas son autoridades despóticas que imponen por la fuerza cargas extorsivas, cuyo incumplimiento lleva consigo la muerte o el destierro, acabando con todo lo adquirido en el esfuerzo de toda una vida.

Pastrana causó un grave daño a la gente del campo, al haber entregado a las Farc el control total de la población rural, en la inmensa zona de despeje del Caguán, que hizo imposible la vida en la región. Las Farc reclutaron, unas veces voluntariamente, y la mayoría, forzadamente, a miles de jóvenes campesinos a quienes fueron incapaces de impartir una adecuada formación política en las disciplinas castrenses que exigía una modernización en el crecimiento de sus nuevas fuerzas, lo cual no hicieron, y ni siquiera lo intentaron .

Las instrucciones que recibieron de sus comandantes fue la de extorsionar y despojar a la población, sin consideración alguna, tornándose en bandidos y criminales, que destruyeron toda la economía y cultivos legales, mientras los obligaron a fomentar las siembras de coca para aumentar millonariamente las rentas del narcotráfico .

Pastrana, con su fallido proceso de paz logró que las Farc se regocijaran con el inmenso poder que adquirieron con la consecución del despeje, en el territorio del Caguán .

El gobierno de Álvaro Uribe, tampoco solucionó el problema de sumisión de la población campesina a la guerrilla, porque lo que hizo fue aumentar las retaliaciones contra la población rural que era mirada como colaboradora del Ejército, pues cualquier contacto, así fuera ocasional, como salir con alguna frecuencia al pueblo o tener un familiar en la fuerza pública, eran suficientes para considerar informantes a los campesinos y llevarlos al paredón.

La tolerancia y pasividad del gobierno Pastrana, hizo creer a la guerrilla que la población perteneciente a la zona del despeje le había sido entregada sin ningún condicionamiento, al extremo de que al reanudar las acciones de guerra, en vez de dar muestras de paz, los llevo a exigirle a la población campesina un pleno apoyo para evitar una purga criminal a quienes no colaboraran en el objetivo demencial de sus propósitos.

Ni el apaciguamiento de Pastrana, ni la ofensiva militar de Álvaro Uribe, lograron derrotar a las Farc, ni liberar a la población campesina de su yugo opresor. Por tal razón resulta de vital importancia apostarle a la terminación negociada del conflicto con la guerrilla, porque ello pondrá fin a la tiranía que han venido ejerciendo sobre la población rural en nombre de una revolución ideológica, hoy inexistente.

Con lo acordado con las Farc se pretende el restablecimiento de la dignidad y los derechos de la gente más desprotegida del país, la restitución de sus tierras y viviendas, y lo que es más importante, la recuperación del derecho a vivir sin el peligro de ser masacrados en cualquier vereda o camino despoblado de la patria. El país de las grandes ciudades que disfrutan la mayoría de sus derechos en relativa seguridad , debe apoyar a la población campesina, dando el sí a la firma de la paz para que el poder del miedo no siga imponiéndose en los campos y la protección del Estado los alcance a todos sin excepción alguna. Si esa expresión colectiva se manifiesta en la votación del plebiscito que debe refrendar el acuerdo de paz, un nuevo aire de tolerancia y convivencia se respirará en Colombia.

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