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El refugio villanuevero
El  sitio en  referencia,  está  localizado en  el  suroccidente  de  Ocaña, en  una  casona  de tres  niveles.
Martes, 15 de Septiembre de 2015

No tiene  nada  que  ver  con  la  población guajira , considerada como  “fortín” de  la  música  vallenata:  patria  de grandes autores,  compositores,  acordeoneros,  cantantes  y  verseadores.

El refugio o  remanso en  mención, queda  en esta  ciudad,  en  uno  de  los  barrios más  tradicionales,  donde  todavía  se  encuentran muchas  casas  de  bareque o  tapia  pisada,  con  solares, árboles  frutales y  pajaritos.

Lo  que  tiene de  parecido con la ciudad  costeña,  no  es  solo el  nombre,  sino la  devoción por  la  música vallenata auténtica,  la inspirada   y  ejecutada  por  los  verdaderos  juglares,  con  acordeón,  caja  y  guacharaca.

El  sitio en  referencia,  está  localizado en  el  suroccidente  de  Ocaña, en  una  casona  de tres  niveles,  del  que  el  último fue  acondicionado para  escuchar, gozar  y  tararear paseos,  merengues,  sones y  puyas.

Los  anfitriones, Adaulfo  Pérez y su  señora Ayanid Vargas, mantienen el  lugar decorado con motivos del  arte  musical  vernáculo,  y  reflejan una  de  las  características  más connotadas  de  la  gente oriunda de  la  “Villa  de Caro”, la  de  excelentes  anfitriones.

El refugio villanuevero,  o  el  refugio  vallenato,  como  ellos  prefieran bautizarlo, no  tiene  par  en  la  región,  porque  en  él, se  divisa  el  cerro  de  la  Santa  Cruz,  y  se  disfruta  de la  brisa  refrescante  que  baja de  la turística  montaña.

Los  tertuliantes, en  épocas  o  celebraciones  especiales, acuden  al pintoresco  lugar a  iniciar la  parranda  o desenguayabar,  obviamente,  invitados  por  los atentos propietarios , con  la  condición de llevar música de Luis  Enrique Martínez,  Alejandro  Durán, Calixto  Ochoa, Lisandro  Meza, Juancho  Polo  Valencia, Alfredo  Gutiérrez, Julio  de  la  Ossa, Abel  Antonio  Villa, Los  Hermanos  López y Los  Hermanos  Zuleta.

No se pueden   descartar a los  artistas de  la  etapa intermedia,  como Diomedes  Díaz,  Silvio  Brito, Beto  Zabaleta,  Fredy  Peralta,  Iván  Villazón  y  el  Binomio  de  Oro.

A diferencia de las parrandas vallenatas,  en  las  locales no se versea, ni se presentan  a  consideración las  nuevas canciones, pero tienen  en  común la celebración  sin  bailes, los  relatos  de anécdotas y los  chistes.

Mientras  que  algunos de  los  asistentes  se  enredan  o  entretienen  con  la  época, los  autores y  compositores  de  determinada  canción,  muchas  veces  con   apuestas  incluidas,  otros se  dedican  a  prender   el  fogón,  despresar la  gallina, pelar  la  yuca,  la  papa ,  el plátano y otras  verduras,  para cocinar el infaltable  sancocho.

La animada  reunión de  amigos,  se  inicia en  las  mañanas  y culmina en  los  anocheceres,  cuando  los invitados  y anfitriones han  libado  el  licor  suficiente, han cantado  o  tarareado los  paseos  o  merengues necesarios, han  calmado el  apetito,  y  con  los  cuerpos cansados  y sus  conciencias confundidas, se  despiden ,  se  abrazan ,  gracias  y  hasta la próxima.

Los  “socios”  del  refugio  tienen  como  lema  el  goce,  el  respeto  mutuo, la  añoranza  de  los  tiempos  idos , el  compartir  los  gastos y el  compromiso  de  festejar  el  cumpleaños  de  cada  uno,  conservando  así una  de  las  tradiciones  más representativas  de  los  ocañeros,  que  ojalá sus  hijos la  hereden  y  la  preserven,  como  ejemplo  de convivencia y descanso  espiritual.  

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