Dicen que la guerra es el evento humano que saca lo peor de nosotros, eso es una innegable  verdad. Pero, hay otro que también lo hace: las elecciones. Como de costumbre, los candidatos esculcan hasta en lo más recóndito de la vida del oponente, para encontrar fallas en las actuaciones de su vida pública o privada, investigaciones judiciales cerradas o en marcha, para desacreditarlo ante los votantes. 

Los partidarios de cada candidato hacen lo mismo, haciendo uso de las redes sociales, insultan, con argumentos verdaderos o falaces, hasta la saciedad al aspirante que no es de sus afectos. Atacan a la persona y no a sus argumentos, es lo más frecuentemente empleado; recurso empleado tanto por candidatos como por seguidores.

Durante esta temporada de elecciones ha habido una marcada presencia de candidatos de piel morena o negra. Varios candidatos vicepresidenciales tienen este color de piel. Lo que es muy bueno para la democracia y la inclusión de comunidades históricamente olvidadas y marginadas. 

Sin embargo, solo era que personas de piel oscura tuvieran una posibilidad, real, de llegar a los cargos más importantes de la dirección del país, para que ese racismo soterrado, que siempre ha existido en Colombia, saliera a la luz. Y salió, lamentablemente, de la voz de una figura pública, de alguien que tiene miles de seguidores: Maureen Belky Ramírez, más conocida como Marbelle.

Desde ese día, la polarización de Colombia alcanzó otro nivel y se extendió a otro campo de batalla, uno por demás de bajo y despreciable: el de ofender en base al color de piel. Así pues, muchos opositores al Pacto Histórico, no refutan las propuestas y posturas de Francia Márquez, sino que la atacan a ella como persona.

Ante la defensa que han hecho muchos colombianos de Francia Márquez, incluido sus partidarios, los opositores a ésta argumentan, ¿por qué es sí es malo comparar a Francia Márquez con un animal y no a Iván Duque con un animal? Aunque, ambas comparaciones son deplorables y constituyen un delito, hay una significativa diferencia.

La discriminación que sufre el presidente de la República es algo circunstancial, quizá motivada por el cargo que ostenta. La demostración de esto está en que, a los padres de éste no los discriminaron asociándolos con dicho animal, y tampoco a sus hijos los representarán de esa manera. En otras palabras, cómo es una afrenta por su aspecto físico, no se pasa a la siguiente generación.

Ahora bien, Francia Márquez es discriminada por su color de piel, sus padres también lo fueron, los ancestros de generaciones más atrás eran esclavos, la forma de discriminación más degradante y denigrante que ha existido, y sus hijos y demás generaciones futuras, por desgracia, corren peligro de sufrirlo.

Sin duda alguna, las dos formas de discriminación hieren e indignan, pero la de Iván Duque termina el 7 de agosto con su mandato, mientras que la de Francia Márquez es de por vida y pasa de generación en generación.

Los artistas y personalidades públicas deben ser más conscientes de los comentarios que hacen. Muchas personas del común las tienen como adalides del correcto comportamiento social y se creen cualquier estupidez que farfullan.

Por mi parte, con referencia a la denominada Reina de la tecnocarrilera, para demostrar mi indignación por azuzar el racismo, he vetado su música, jamás volveré a poner alguna de sus canciones. Los medios de comunicación, que tienen la responsabilidad de trabajar por una mejor sociedad, deberían hacer lo mismo.