La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
El mamertismo y los cismáticos
Mientras haya exclusión y desigualdad, habrá mamertos.
Miércoles, 7 de Diciembre de 2016

La lupa de Abelardo de la Espriella es muy cismática. Se aparta del significado que en los años sesenta se le daba al mamertismo. Todo lo contrario era muy racional e ingenuo, términos que no se excluyen. De ahí que los románticos pioneros de la revolución de inspiración castrista, perecieron en esa década. En el 71 ya había caído Camilo Torres Restrepo, Jaime Arenas, Ciro Trujillo, Cesáreo Bahamon, Medina Morón. Julio César Cortez y Heliodoro Ochoa habían sido fusilados por  Fabio Vásquez Castaño y en el 73 mueren sus hermanos Manuel y Antonio y él huye a Cuba. Las agremiaciones sindicales, campesinas y el movimiento estudiantil dejaron de ser herramientas de los partidos liberal y conservador. Y a todos nos dio por manosear a Marx y Althusser, haciendo un cocktail con las encíclicas papales. Mamertos fuimos todos. Aún sigue siendo un estado de ánimo.

Hoy, el asunto es otro. Queremos la paz y el camino es conversando, como en Irlanda y en Sudáfrica, o aquí no más en Centroamérica, alejándonos de las polarizaciones que son otra lupa cismática, la de Abelardo,  porque se apartan de lo que queremos.

Pero hay que mirar el objetivo con implicaciones de sacrificio, con buen criterio, como decía Juan Diego Jaramillo, un conservador por lo siete costados y  hay que dejar los confesionalismos. Mientras haya exclusión y desigualdad, habrá mamertos. 

Confesionalismos que se cosechan en las dos extremas. Por ejemplo, en la izquierda democrática que afirma que solo existe un grupito minoritario que quiere impedir el desarrollo de la política civilizada de las Farc. Y por el otro lado se ha creado la idea que existe una extrema Derecha integrada por paramilitares  de ambos lados cuya obsesión es hacer a Colombia invivible. Y, finalmente, una fuerza de Centro, donde están las grandes mayorías, que hoy es la nuestra, en la que nos ubicamos los del Sí y los del No, separados torpemente por la polarización, a pesar de la identificación por lograr la paz.

Lo curioso es que la posición de Centro se nos viene convirtiendo en una posición de Club, en la cual no se requieren argumentos ni razones, como la quiere el ejecutivo, o  mejor Santos, o con silogismos falsos al modo de Uribe.  Y el soporte, solo la confesión de fe en la paz. Y así no juega el pueblo colombiano tan deliberante. Hay que dejar pensar y opinar a la gente. Desafortunadamente, en este centro está todo el mundo mediático y obviamente las Farc.

En otros términos, para ser de centro, todo se ha reducido al simplismo argumental. Sostener pruritos, como que la violencia de la izquierda y la violencia de la derecha son igualmente reprobables, o la frasecita de pasillo en la gobernación o en las alcaldías y con micrófono: “rechazamos la violencia venga de done viniere”. La lupa es otra Abelardo.

Adenda: En los dos niveles departamental y municipal, poco a poco se fortaleció, en 2016, la transparencia. 

Temas del Día