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El Leviatán niño mamerto
Lo contrario a la democracia liberal: el ciudadano al servicio del estado.
Viernes, 30 de Octubre de 2015

El actual fenómeno del niño y su efecto sobre el suministro de agua y electricidad, han llevado a las autoridades nacionales, regionales y locales a actuar contra el usuario, subiendo las tarifas, imponiendo sanciones por “sobreconsumo” y amenazando con medidas más drásticas. Lo contrario a la democracia liberal: el ciudadano al servicio del estado.

Las plantas de generación térmica diferentes a las carboeléctricas, requieren como materia prima combustibles líquidos o gaseosos, y son ellas las que respaldan nuestro sistema principal hidráulico, en déficit hoy por los fenómenos de sequía asociados al niño. Varias térmicas han dejado de operar por “pérdidas financieras”, porque combustibles (gas natural) no hay, o son muy costosos (combustible líquidos). Los combustibles en el mundo entero son commodities y se mueven por normas de mercado internacional, y es por eso que hoy la gasolina y el gas natural están internacionalmente a muy bajos precios. Pero en Colombia, como existe un monopolio estatal en la producción y suministro de combustibles,sus precios no obedecen a leyes de mercado sino a “decisiones regulatorias” burocráticas, que se explicanen que una de las principales fuentes de recursos estatales es Ecopetrol y por eso la explotación de sus rentas monopólicas van a la caja del estado. Sumado a ello, la carga impositiva adicional de los combustibles
, que representa un sobreprecio cercanoal 50%, los hacen muy costosos, sin importar su impacto en la inflación y el desarrollo. Por eso los presidentes de Ecopetrol jamás son expertos en el sector de hidrocarburos o energético, sino en finanzas. Ecopetrol es la caja del estado.

En Ecuador, la regasificadora de gas natural de Machala se hizo en un año y en Colombia llevamos más de 10 y todavía no se han podido lograrlas regasificadoras de Cartagena y Buenaventura. La primera parece estar en camino, pero no llegó para el niño y Buenaventura está hundida. Y Cartagena sale con restricción solo para parque térmico porque Ecopetrol no puede ver amenazado su poder de mercado en el suministro de gas natural.Pero, además, y para completar el círculo antiusuario,el gobierno prefiere pagarle a todas las plantas térmicas, en lugar de intervenir a las dos que no cumplieron. Dicen que van a subir siete pesos por kilovatio-hora, pero no dicen que ya en octubre se subió sesenta pesos por kilovatio-hora.  Es decir que el incremento real es 67 y no 7. No controla el monopolio ni actúa sobre incumplimientos.

La defensa del monopolio estatal va en la lógica de que el estado Colombiano, con el embeleco mamerto del estado social de derecho, y para poder “garantizar todos” los derechos a “todos” los colombianos (que no cumple y no pasa nada),montó un estado elefantiásico, destructor masivo de valor y pozo sin fondo de recursos.

Y si por el lado de la electricidad el tema es complicado, en el del agua es catastrófico. Los acueductos son un “negocio” de los municipios; es uno de los botines de los alcaldes y soluciones nacionales o regionales son imposibles. Eso se ve en la discusión del acueducto metropolitano en Cúcuta. El agua de California se lleva en líneas de alta presión desde el cañón del Colorado, pero aquí no se puede porque cada alcalde “debe tener” su acueducto. Y si sin niño no hay agua, con niño no hay ni peligro que haya. Eso explica que los pueblos sobre el río Magdalena se mueren de sed.

En Colombia las soluciones no son técnicas, sino políticas. Compramos la teoría mamerta del estado como gran dador de bienestar al pueblo, y bajo ese lema, escondemos una sociedad extractiva que permite monopolios y abusos del mercado que nos mantienen en el subdesarrollo. El ataque al Superindustria por la sanción a los ingenios azucareros del Valle, que venden el biocombustible más caro del mundo, vino desde el Estado y los “empresarios” simultáneamente.

El mamertismo, la teoría de que el estado es el ente omnipotente para dar bienestar, ha sido un residente común en nuestro país con apoyo de una plutocracia detentadora del poder económico y político. Bogotá le jugó a la aventura mamerta por 12 años y hoy su realidad es catastrófica. Dicen que en 12 años se avanzó en lo social, porque hoy se dan más subsidios directos, los cuales no son sostenibles porque la creación de riqueza se perdió. Pero esa aventura terminó. En Venezuela, por otra parte, parece que la aventura la van a llevar hasta la destrucción de todo el país. Lo mamerto es la contracara de la plutocracia; tiene la misma línea de razonamiento. Y nadie plantea quitarse ese Leviatán mamerto.

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