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El espejismo de la apertura
Soy pesimista sobre una verdadera integración, teniendo en cuenta una serie de detalles que haría nugatoria una muy buena relación.
Jueves, 13 de Octubre de 2022

El 26 de septiembre se dio apertura al tránsito y a las relaciones diplomáticas entre los dos países-Venezuela y Colombia- totalmente suspendidas desde hace más de tres años. Las fuerzas vivas de los departamentos fronterizos con Venezuela, especialmente Norte de Santander, hicieron ingentes esfuerzos para que el presidente Duque flexibilizara su posición frente al gobierno de Nicolás Maduro, sin ningún resultado positivo; contrario sensu, cada vez endurecía aún más, sus críticas al mandatario, perjudicando las buenas relaciones que deben imperar entre países hermanos.

Por supuesto que estoy de acuerdo con la reiniciación de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones, pero soy pesimista sobre una verdadera integración, teniendo en cuenta una serie de detalles que haría nugatoria una muy buena relación. Por ejemplo: esa cultura arraigada de corrupción en las filas de la guardia venezolana-en menor medida en las autoridades de nuestro país- entorpecerían el flujo de personas que de lado y lado requieren, por diligencias, familiares, comerciales o turismo ingresar a los lugares aledaños o al interior de cada país, viéndose sometidos al chantaje y al abuso de autoridad.

Pésimo abrebocas están dando las autoridades aduaneras venezolanas con la inmovilización de los primeros tracto-camiones, por trámites burocráticos, con productos para el aseo, escasos en los pueblos de la frontera tachirense. Ya tiene trabajito el nuevo director de Procolombia en Caracas, mi apreciado amigo, Carlos Luna

Se imaginan, amables lectores, ¿ahora que estrecharon las calles de Cúcuta, con la espectacular idea de las ciclovías, los miles de carros de matrícula venezolana que vendrían a congestionar aún más la movilidad en nuestra ciudad? Propongo, para esos carros, que entre otras cosas congestionarían también las estaciones de gasolina, no entrar a la ciudad y en las afueras se construyan aparcaderos para estos, mientras los visitantes venezolanos hacen sus diligencias en la capital. Los visitantes que vayan al interior del país con su permiso fronterizo, pueden transitar con su carro particular.

Debo mencionar algo muy importante, hay una cantidad considerable de carros venezolanos pagando impuestos al departamento, razón suficiente para que los nuevos carros venezolanos producto de la apertura, no se puedan equiparar a los que de alguna manera se encuentran legalizados para transitar por todo el departamento de Norte de Santander.

Los cucuteños añoramos, esos paseos a los pueblos del Táchira, San Pedro del Río, a la ciudad de San Cristóbal, las playas de Chichirivichi, Tucacas y la Isla de Margarita.

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