Cuba marcha y protesta desde la semana pasada. Hay un nuevo grito: Libertad Patria y vida, contra el alarido de Fidel y de Raúl: Patria o muerte. Hay quien dice que son manifestaciones pacíficas que nacen del cansancio socialista.
La represa que construyó el régimen socialista, acumula seis décadas de crisis económica y privaciones, hoy se le ha sumado la pandemia covid y no hay recursos para enfrentarla, hay escases generalizada de bienes de consumo básicos alimentarios y ha aparecido un vandalismo esporádico. NetBloks dijo que el acceso a Internet y a la prensa han sido restringidos. Para destacar hay que establecer que los protagonistas de la inconformidad con el régimen y de las protestas, son los jóvenes nacidos en la década de los 90, que vivieron el derrumbe socialista de la Unión Soviética. Parte de esta juventud son adolescentes, hijos y nietos de esa generación.
Todo el planeta está marchando y protestando pacíficamente. Pero américa latina tiene sus perfiles diferentes, como todas las regiones del planeta. Admitamos que la estamos terminando de descubrir. Sí, como cuando empezamos a hacerlo en los años 60s.
Mario Vargas Llosa dijo en esos días en que él se daba a conocer, que una de las obsesiones recurrentes de nosotros era descubrir y definir nuestra identidad. Además, le agregó, que esto era una pretensión inútil e imposible, pues la identidad es de individuos, no de las colectividades que superan lo “tribal”.
Cierto, nosotros descubrimos a América Latina igual que a nuestros escritores del “boom” en los años 60s. Hasta entonces, leíamos autores de la literatura universal europeos y norteamericanos y uno que otro de nuestro cada país, pero pocos latinoamericanos. Entonces vino esa avalancha, los distintos a Borges y Neruda: García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Asturias, Lezama Lima, Fuentes, Rulfo, Cortázar, Donoso, Cabrera Infante.
La avalancha de los que llamamos “los nuestros”, los de la marejada de París, que Octavio Paz, llamó la capital de la literatura latinoamericana. Allí vivian o allí se les traducía y allí se les dio al conocer al mundo.
Todo había empezado con la Revolución Cubana, las guerrillas y sus mitos que se esparcieron, en el centro y sur del continente, el que fuera de los cuartelazos y de los caudillotes.
Sí Señores, surgió una ilusión, una esperanza política, de cambio, un romanticismo, una utopía de un buen socialismo que nunca se dio y que hoy definitivamente se esfumó. Es lo que estamos viendo en la Cuba de hoy, que pronto será libre.
Latinoamérica, contrario a lo sucedido en el norte, donde las trece colonias pensaron en la unión para conformar un gran Estado en expansión; se balcanizó alrededor del egoísmo personal de líderes y lugartenientes regionales. Los latinoamericanos seguimos en la guerra y la violencia endémica y un desarrollo lento y corrupto. Solo culturalmente ha habido integración por los que escriben componen, pintan y ejercen otras actividades creativas. Sí, otra revolución latinoamericana frustrada con la de Méjico y Nicaragua,
Hoy releyendo a Yuval Noah Harari y sus 21 lecciones, llega uno a pensar que efectivamente el fin de la historia se pospuso, y que la biotecnología, y la infotecnologìa, no dejan en firme nada, ni la aparente solidez de la democracia liberal, ni el obelisco de la revolución cubana.
Adenda. “En el siglo XXI las revueltas populistas, quizá se organicen no contra una élite económica que explota la gente, sino contra una élite económica que ya no necesita a la gente”. Y. N. Harari.
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