Cuando se quieren alcanzar grandes metas resulta importante que el optimismo esté presente, pues un estado de ánimo apagado y deprimido, y lo que es peor, resentido, no es capaz de concebir e impulsar escenarios de transformación positiva que lleguen a alentar la motivación.

 

Nos debe alegrar que la última encuesta que mide este factor en Colombia, haya detectado un incremento de 13 puntos al pasar de 18% a 31%. Todavía es bajo, pero por el significado del salto dado nos abre la esperanza al contemplar que un mayor número de colombianos están viendo las cosas de otra manera, con una mayor disponibilidad para elevar el estado de ánimo frente al panorama del conjunto de situaciones del país.

 

Existen unos factores que podemos identificar como elementos contribuyentes a este nuevo escenario: Sin duda el panorama de la paz que ofrece tranquilidad a los colombianos y buena disposición en los inversionistas, pesa mucho. Pero también el hecho de comenzar con un nuevo gobierno con un fuerte respaldo electoral y en las bancadas del Congreso. Y a esto se suma el estado de la economía, que en medio de la crisis del Continente y del mundo, no llegó a niveles negativos y sus indicadores comienzan a ofrecer cifras de crecimiento en muchos de los sectores claves del aparato productivo.

 

A todo esto hay que seguir agregando factores positivos: es necesario reformar con urgencia la Justicia; un país en donde no sea posible aplicarla de manera ágil y eficiente, el delito termina ganando terreno y la frustración opta por invadir todos los sectores de opinión.

 

Y unido a esto, es necesario, con la mayor urgencia, trazar el plan anticorrupción. El país no aguanta más los niveles que se registran y los contribuyentes se desesperan al contemplar escándalo tras escándalo, que no es otra cosa que el acostumbrado proceso de desaparición de los fondos oficiales, frente a la mirada impotente de todos los colombianos a quienes se les exige el pago oportuno de los impuestos, so pena de ser ejecutados .

 

El optimismo entonces, va aparejado de las buenas acciones públicas y de los resultados tangibles en cada una las políticas que se pongan en marcha. Esa es la fórmula para que el ciudadano esté tranquilo, para que la confianza se genere y para que el bienestar asome.