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Conviértase en humano
Miércoles, 1 de Abril de 2015

El título de esta columna podrá parecerle tonto a algunas personas, ya que en virtud de lo impuesto desde hace miles de años, nosotros somos la especie humana, otros la animal, la mineral y otros la especie vegetal.  

O sea, somos seres humanos por naturaleza, sí, muchos lo son solo por eso, porque para ser un verdadero ser humano “nos falta pelo pal moño”.

Me puse desde hace varios años en la tarea de recopilar lo que sería y/o  incluiría ser verdaderamente humano, recogiendo las apreciaciones de mucha gente de ambos sexos, de distintas edades,  jefes y empleados de bastantes empresas con las que hemos compartido muchos bellos seminarios y talleres de capacitación empresarial, y de allí han salido las siguientes conclusiones: para ser un buen ser humano y para representar bien esta especie, se requiere ser una buena persona por dentro y por fuera, es decir que la mayoría de quienes lo conocen o han tenido algún tipo de contacto con usted den fe de que realmente lo es, por su trato, por la forma sencilla de comportarse, por la capacidad genuina de condolerse del dolor ajeno, por su honestidad palpable en sus acciones , por la energía positiva que emana de su presencia generando gusto y admiración a los otros, por su capacidad de servir  de manera auténtica a los demás, y a todos por igual, porque no permanece criticándolo todo y hablando mal del prójimo, es ser un hombre o mujer que vibra con la vida, goza y siente como si fueran suyos los logros de los vecinos o  paisanos, aquellos que el amor y la alegría que le imprimen a todo lo que hacen se va irradiando efectivamente en los que lo rodean, son aquellos que saben resolver problemas sin trucos ni patrañas, ni mucho menos llevándose por los cachos al que se le atraviese, son esos que “no comen nada” para decir NO cuando su sano criterio y ética se lo dictan, enfrentando con gallardía las consecuencias de sus actos sin perjudicarse ni perjudicar a nadie.

Son esos que no andan anteponiendo a Dios para escudar sus mentiras, puesto que  son personas nobles y humildes (no pendejas) que saben reconocer sin titubeos sus falencias y antivalores, pero con cada caída aprenden y se levantan nuevamente para continuar el camino de la superación,  aceptando que no son perfectos ni lo serán jamás, sencillamente porque la perfección no existe en el planeta tierra que los acogió, y con el cual viven agradecidos.

Ellos, los verdaderos Seres Humanos son los triunfadores reales y permanentes, así no mojen  prensa, ni sean noticia de televisión; los otros son los que ganan alegrías momentáneas… y cuando pasa la euforia y el bacanal vienen los sentimientos de culpa y el enfrentamiento con su conciencia, la soledad, la depresión y la angustia.

Queda claro que también usted y yo podríamos vivir conscientes de que día con día podemos construir algunas de esas características que nos han aportado los sujetos del estudio criollo en  mención, puesto que ellas  no son  exclusividad de nadie, ni dependen de clases sociales, ni edad,  ni religiones, ni títulos, ni medallas, ni condiciones de ninguna índole, puesto que lo único que se  necesita es que nos dé la gana y empezar a construir esa buena posibilidad.  Los puntos anteriores son solo unos ingredientes buenos que nos guían y se pueden lograr cambiando la actitud general frente a la vida,  sin meterse mentiras ni seguir creyendo que “el que reza y peca empata”. Lo más importante acá es que todos cabemos, especialmente si los medios masivos de comunicación emprendieran junto con el Ministerio de Educación una campaña prioritaria y permanente de educar a todos los colombianos en esa dirección, especialmente en el salón de clases desde el jardín infantil hasta las maestrías universitarias,  en las cárceles y centros de rehabilitación de menores, en el Congreso, en las Asambleas Departamentales, Concejos Municipales  en todas  las Diócesis de Colombia y demás religiones, Alcaldías, Gobernaciones, Institutos Descentralizados, Ligas Deportivas, Policía, Ejército, Fiscalías, Procuradurías, Contralorías, las EPS etc. etc., y que los maestros para formar y educar en esta dirección sean personas que tengan ganado ese título de ser buenos seres humanos, y que se pueden descubrir fácilmente en los pueblos y veredas, y en general en los barrios, en las empresas, en las comunidades, en los conglomerados de artistas, es fácil ir a buscarlos, en cada lugar hay unos cuantos.  

Y así cada día tendremos más y mejores Seres Humanos que mermarían tantísima corrupción e injusticias a todo nivel que nos tienen estancados y en guerra permanente por tanta exclusión y tan pocas oportunidades para las mayorías.  Muchas gracias.         

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