La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Control a los domiciliarios
El asunto debe evaluarse desde diferentes ángulos, toda vez que su gran mayoría no utiliza las normas de bioseguridad.
Sábado, 7 de Noviembre de 2020

El servicio de domiciliarios en motocicleta, ha existido desde hace décadas, sin embargo y luego de la declaratoria de pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicho trabajo ha servido de válvula de escape financiero para personas de ambos sexos, que no tuvieron opción distinta al de realizar múltiples tareas por unos pesos.

El asunto debe evaluarse desde diferentes ángulos, toda vez que su gran mayoría no utilizan las normas de bioseguridad y cuando aparecen con el encargo, muchas veces es preferible darle tratamiento de residuos sólidos, si de alimentos se trata. 

Una breve revisión de las conductas de estos trabajadores informales, nos permite evidenciar que los guantes utilizados, están más contaminados que los usados por las personas responsables de su formal recolección.

Además, es lógico entender que la temperatura promedio de la ciudad, pese a la llegada de las lluvias, es realmente insoportable y de ahí que cuando llegan con el “encargo” se retiran el casco, se limpian el rostro con la franela y dado que el destinatario lo recibe con tapabocas, es en ese instante que se acuerdan.

Es cierto que las oportunidades laborales se han reducido en todo el planeta, pero lo anterior no es excusa para que se permita a estas personas en los alrededores de lugares que ofrecen comidas rápidas principalmente, la violación de las normas de bioseguridad. 

Prueba de ello lo constituye la inexistencia del distanciamiento social y mucho menos el uso correcto del tapabocas, habida cuenta que prefieren cuidar su cuello. Es como si todos tuviesen crisis de frío y solo pegaditos se pueden aumentar la temperatura del cuerpo.  

Ahora, no conozco las cifras de domiciliarios contagiados con la COVID – 19 y eso es un gran misterio o una gran irresponsabilidad de los funcionarios que tienen dentro de sus tareas monitorear a las personas que por su actividad son presa fácil del contagio y como lamentable desenlace, alta probabilidad de enfermar a sus “clientes”.

Otro punto de vista, es que las tarifas del servicio informal, las imponen a su acomodo y así estén a menos de quinientos metros, cobran como si fuese un servicio de lujo en automóvil tipo taxi. Es esa una de las razones por las cuales los ciudadanos cambian de domiciliario por cuanto en todo momento están expuestos al contagio y además abusan con las tarifas.

El último, que no es menos importante que los dos anteriores es la facilidad con la cual violan todas las señales de vida y para completar el drama, son altaneros si alguien les reprocha su comportamiento. 

Concluyo que a la fecha no hay autoridad que controle la actividad, tampoco quien vigile las normas de bioseguridad y mucho menos la obligación que le asiste a la Secretaría de Tránsito de imponer las sanciones por infracciones al Código de Tránsito y ese menú de problemas son mortales para el resto de los residentes. 

Temas del Día