Si las aves necesitan del viento para volar, los aeropuertos requieren de aeronaves para que cumplan con sus funciones y justifiquen las altas inversiones económicas que implicaron su construcción.
En la ciudad, tenemos el aeropuerto de Aguas Claras pero no hay servicio aéreo regular y eficiente desde que desapareció Aces a comienzos del presente siglo. Durante los casi 15 años que estuvo vinculada con nuestra región la empresa antioqueña contábamos con vuelos diarios a Cúcuta, Bucaramanga, Barrancabermeja, Bogotá y Medellín, con precios asequibles para viajeros de distintos estratos.
Desde ese tiempo cómodo, ninguna otra empresa de aviación ha dado la talla por los altos costos en los pasajes y la irregularidad en los vuelos. La presencia de un ocañero en los altos mandos de la fuerza aérea no han significado nada , no obstante las gestiones que haya realizado.
En el gobierno de Yebrail Hadad Linero y gracias a la ´palanquita´ del paisano, la empresa estatal Satena cubrió las rutas a Cúcuta y Bogotá, pero las tarifas inalcanzables no posibilitaron las respuestas esperadas de pasajeros y como era de esperarse se suspendió el fundamental servicio.
La adecuación de la pista del aeropuerto Hacaritama de Aguachica y la inauguración con “bombos y platillos” por el ex vicepresidente del país Germán Vargas Lleras, ilusionó a los habitantes de la antigua provincia de Ocaña , los aguachiquenses y en general de los sures de los departamentos del Cesar y Bolívar, pero fue un simple sueño porque ninguna terminal aérea puede funcionar sin torre de control.
Ahora, el actual director de la Aerocivil del aeropuerto de Aguas Claras, Luis Albeiro Páez Echávez, a finales del mes pasado anunció la culminación de los trabajos de reparcheo de la pista, con una inversión superior a los dos mil millones de pesos y el probable retorno de Satena con aviones modernos que adquirirá este año, ojalá con tarifas moderadas , no obstante que se carece de controlador y del cuerpo de bomberos.
El mismo funcionario convocó a la solidaridad regional para presionar el regreso de la aviación comercial a la ciudad y evitar que nuestro terminal aéreo se convierta en una base militar, y que para trasladarnos a la capital de la república u otros destinos nacionales tengamos que durar en los buses más de 15 horas como ocurre en la actualidad.
Mientras que volvamos a viajar en avión a Bogotá, Medellín, Barranquilla y a otras ciudades, por ahora nos toca el calvario de subir o bajar por el alto de Saninvilla cuando nos desplacemos en buses o automóviles hacia esos destinos, porque los trabajos de rectificación contemplados en la polémica Ruta del Sol fueron suspendidos como consecuencia del escándalo de Odebrech. La estrechez de la carretera y el excesivo tránsito de tractocamiones provenientes o con rumbo a Cúcuta obligan a que el paso sea lento y peligroso.
Luego de las festividades decembrinas y de carnaval, millares de ocañeros regresaron a los lugares donde trabajan o estudian, especialmente a Bogotá, cuyo viaje demora doces horas , si los pasajeros cuentan con la suerte de que no se registren trancones o en el peor de los casos accidentes.
Los conductores de los buses de las empresas Omega y Copetrán , pese a que la moderna carretera de doble carril de Puerto Araujo a Guaduas, reduce dos horas el recorrido hasta la capital de la república, ellos insisten en seguir con la vía que va a La Dorada y Honda, quizás por eludir los peajes o porque es la ruta autorizada por el Ministerio, según explicaron en una de dichas empresa transportadoras.
Dentro de la involución que se ha vuelto costumbre en nuestra ciudad,¿ será que podremos soñar con la posibilidad de poder viajar en avión hacia las ciudades donde trabajan o estudian nuestro hijos o familiares?. ¿Será que nuestras alas contarán con el viento necesario para volver a volar?