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Cambio climático, población y economía
El hombre es, sin duda, el mayor depredador del planeta. Harari, en su obra ‘Sapiens’, recuerda la destrucción de la fauna de Australia, hace 45 mil años.
Domingo, 15 de Agosto de 2021

Los efectos del cambio climático han dejado recientemente estragos en distintas naciones. En Turquía, Grecia, los Balcanes, Italia, Siberia, y Oregón, incendios incontrolables arrasan campos y poblados. En sólo el condado Dixie, en California, las llamas han destruido 500 mil hectáreas, y en la zona de Santa Cruz, en Bolivia, 200 mil. En otras partes, como ha ocurrido en China y Alemania, son inundaciones las que han producido verdaderas catástrofes. En el Caribe, ya comienzan los temibles huracanes. 

La narrativa del Cambio Climático no es nueva. Desde la primera conferencia global sobre Medio Ambiente, organizada por la ONU en Estocolmo en 1972, distintas cumbres se han desarrollado, como la de Río en 1992, en la que participaron más de 10 mil personas. Después vendrían las de Kioto en 1997, Johannesburgo en 2002, Bali en 2007, y Doha en 2012, entre otras. Y todo sigue de mal en peor.

El último informe científico de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocido hace 10 días, representa una máxima alarma. El calentamiento global de un grado Celsius producido en el último siglo, y la proyección de 1.5 grados Celsius para los próximos 20 años, resultarán devastadores frente a numerosas especies de plantas y animales, y representarán para los humanos una lucha crucial por el agua en algunas zonas del planeta, dada la severidad de las sequías. Y esto, aún suponiendo que los países industrializados decidieran de inmediato reducir las emisiones de efecto invernadero, producidas por el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, y el ozono. 

Como se sabe, a los 30 países más desarrollados del mundo se les demostró en 1997 que eran responsables del 65% del calentamiento global, fijándoles cuotas del 5% en reducción de emisiones, que incumplieron porque la economía terminó imponiéndose. Algunos, como Estados Unidos, no ratificaron el Acuerdo.

El hombre es, sin duda, el mayor depredador del planeta. Harari, en su obra ‘Sapiens’, recuerda la destrucción de la fauna de Australia, hace 45 mil años, y también la de los animales grandes de Norteamérica, hace 15 mil años. El proceso, por supuesto, se agravó terriblemente después de la primera Revolución Industrial de finales del siglo XVIII, y de la segunda, con el descubrimiento de la electricidad y el petróleo, cien años más tarde. Todo esto dio rienda suelta al Capitalismo, que se consolidó como sistema económico, convirtiendo a los humanos en adictos al consumismo. 

El informe de Naciones Unidas no analiza las causas reales del problema. Para aproximarnos, pensemos que éramos 3.000 millones de personas en el planeta en 1960, y que hoy somos 7.800 millones. Más preocupa recordar que el Producto Neto Global era entonces de 5 trillones de dólares, y que hoy supera los 50 trillones. Esto significa que la productividad se ha multiplicado por 10 en 60 años, lo cual implica extraer sin piedad recursos del planeta. La rentabilidad, entendida como capitalismo exitoso, es el dios de nuestros días.

Las multinacionales más ricas del mundo son las vinculadas al petróleo y la industria automotriz, justamente las primeras responsables de las emisiones de dióxido de carbono, con los 1.200 millones de vehículos que transitan. ¿Quién las puede controlar?

En el espejo regional, basta recordar que la inmensa rentabilidad del negocio de las drogas ilícitas acabó la selva del Catatumbo, remplazándola con cultivos de coca. Y que, el apetito por las ganancias derivadas del oro va por Santurbán, a no ser que nuestra conciencia nos convoque como soldados y formemos un ejército. 

Triste panorama el del planeta, porque, aunque todo se sabe, de la retórica a la práctica el abismo parece infranqueable por la presión económica. Vivir sencillamente, es una declaración de guerra para quienes confunden felicidad con rentabilidad.  

El tema es profundo, y de lejos supera cualquier debate ideológico. Está en riesgo, ni más ni menos, la supervivencia de la única especie humana: la de los sapiens. 


 

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