La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Bloqueo de escritora
¿Qué ha significado para mí este bloqueo? ¿Cómo lo he vivido? ¿Cómo puedo decir que tengo un bloqueo cuando escribo varios documentos académicos todas las semanas para el doctorado que estoy cursando?
Viernes, 10 de Marzo de 2023

He estado ausente de este espacio por un tiempo. El silencio, que para mí es un lugar necesario y preciado, se ha convertido en un invitado incómodo pues rehúsa irse, impidiéndome escribir en esta columna. Me encuentro atravesando por lo que se conoce como un bloqueo de escritura pero su simplificación a la incapacidad de crear material nuevo me resulta ajena, necesito una narrativa propia para poder entender este momento. ¿Qué ha significado para mí este bloqueo? ¿Cómo lo he vivido? ¿Cómo puedo decir que tengo un bloqueo cuando escribo varios documentos académicos todas las semanas para el doctorado que estoy cursando?

Mapas conceptuales, lluvia de palabras, escribir lo que salga, esquematizar, hacer, moverse, no parar, seguir intentando. Las estrategias para superarlo no se hacen esperar cada vez que comento lo que me está ocurriendo porque asumimos que la experiencia es la misma y que es un impase que necesita ser reparado para retomar nuestro rumbo creativo. Pero, ¿qué rumbo debo retomar cuando, quizás, es la falta de este el origen de este bloqueo? Esta pregunta me acompaña luego de que una mis supervisoras de tesis, que tiene buen instinto, me dice que quizás no he asimilado mi salida de Colombia y eso está afectando mi escritura. Quizás no he logrado sentirme acá del todo, quizás cargo la frontera conmigo, ¿cómo puedo escribir con mi cabeza en las nubes? En un sentido literal y retórico: algo en mí sigue en el avión que me trajo a Toronto el año pasado, algo ya despegó pero no ha aterrizado y me encuentro en un no lugar, ya no estoy en Cúcuta pero tampoco he llegado.

Si logro escribir para mi universidad es porque he usado esos trabajos para hacer catarsis y cuestionar mi lugar como investigadora, para elevar las preguntas que me habitan (sobre mi trayectoria, mi lugar en la academia, en el activismo feminista, en mi hogar de frontera) sin buscar respuesta inmediata. Este espacio de columna es distinto porque asumo que se espera que tenga respuestas, que provea certezas y contundencia, todo lo que carezco en este momento. Y eso no es algo negativo, tampoco es una pérdida, estamos tan acostumbradas a proveer respuestas que las preguntas se vuelven un lugar temporal e incómodo pero ¿qué oportunidades se abrirían si, en vez de acelerarnos a resolver nuestros interrogantes, nos permitimos relacionarnos con ellos? ¿Qué oportunidades surgen ante mí si habito este bloqueo, relacionándome con lo que quiere transmitirme, en vez de esquematizar estrategias para superarlo?

A raíz de todo esto pude comprender algo importante: la escritura, al menos para mí, está relacionada con el corazón, con los sentimientos y los sentidos. La escritura no es algo que sale de la cabeza, fluye por los dedos y llega al papel; la escritura pasa por el corazón. O, mejor, La escritura sale del corazón, si ahí algo la frena, lo demás difícilmente funciona. Quizás, con todo esto quiero decir que me estoy reencontrando, que mis columnas están cambiando de carácter influenciadas por mi desplazamiento y todos los interrogantes que me genera, que ese cambio de carácter no implica un compromiso en mis principios feministas pero sí un mayor lugar a la duda. Y, seguramente, mantengo todo este esfuerzo porque es mi manera de seguir conectada con mi hogar de frontera, de sentirme allá, subiendo por la calle 12, por un costado de la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, llegando al Parque la Victoria con el sol y la brisa de las 10 am para comprar un café en Tokyo y continuar mi jornada.

Temas del Día