Cerradas las inscripciones de candidatos en todo el país para elegir concejales, diputados, alcaldes y gobernadores, arranca en firme la campaña que culminará el próximo 27 de octubre. Al terminar esta primera etapa compleja y anárquica de candidaturas por firmas de movimientos ciudadanos y de recolección de avales, sin ningún criterio ni consideración ideológica, queda más clara que nunca la urgente necesidad de una reforma política estructural que modifique el actual sistema que cada vez se deteriora más y pierde la confianza de la ciudadanía. El desgaste de los partidos políticos, la multiplicidad aberrante de candidatos sin preparación ni condiciones y la presencia evidente y peligrosa de grandes sumas de dinero de los contratistas en estas elecciones regionales, que van detrás del botín de la contratación, generan una crisis de legitimidad preocupante para las instituciones.

Ahora los candidatos persiguen los avales de los partidos con desesperación más que los votos de los ciudadanos. Es una desviación perversa del ejercicio de la política. Se apuesta por tener el mayor número de avales sin consideraciones de identidad ideológica o programática, y no por construir una propuesta que convenza a los electores. Con ese panorama el país se prepara para una nueva elección en la cual la confusión partidista, la ausencia de controles para las financiaciones exhorbitantes y la falta de propuestas, competirán con el voto de opinión, las expresiones independientes y ciudadanas y las alternativas de cambio que se presentan en las distintas regiones. Los resultados de las últimas elecciones presidenciales y la participación exitosa de la ciudadanía en la consulta anti corrupción que no alcanzó el umbral constitucional exigido, pero si superó el umbral político, son razones para la esperanza y el optimismo en medio del desgaste partidista.

En el caso de Cúcuta y el Norte de Santander tendremos que elegir los gobernantes que afronten una difícil coyuntura como consecuencia del agravamiento de la crisis migratoria venezolana, la profundización del conflicto en el Catatumbo y el empobrecimiento de nuestra gente. Tenemos 10 semanas para escuchar con atención propuestas y evaluar las trayectorias de los candidatos, que los hay para todos los gustos. Hasta el momento sólo se escuchan agresiones, escándalos, acusaciones, pleitos judiciales, componendas políticas, rifas y regalos. Nada de propuestas concretas para solucionar los problemas que se agravaron en los últimos años y ninguna audacia en materia de empleo, educación o identidad cultural que requiere la ciudad.

Cúcuta vive momentos difíciles de transición que a su vez representan grandes desafíos y oportunidades hacia el futuro. La ciudad en las últimas décadas perdió su identidad por la masiva migración doméstica y venezolana y hasta el momento no hacemos nada desde la alcaldía. En educación no hay una sola oferta real para nuestros jóvenes, encadenada con la necesidad de afrontar el flagelo del desempleo. Cada vez son más evidentes los contrastes entre las grandes fortunas que se acumulan en esta frontera por cuenta de la ilegalidad, frente al drama de la miseria, informalidad y el desempleo que afronta la mayoría de sus habitantes. Los candidatos están en mora de hacer planteamientos de cómo sería su gobierno, más allá de la controversia política.

Esperamos entonces que los distintos candidatos a la alcaldía de Cúcuta y la gobernación del departamento afronten con seriedad y responsabilidad esta campaña. Y que la ciudadanía analice muy bien a cada uno de ellos. No podemos darnos el lujo de equivocarnos en su elección en un momento crucial para la región. Basta con recordar que en el caso de Ocaña y Pamplona los dos alcaldes elegidos hace cuatro años no pudieron terminar sus periodos por sus problemas penales y disciplinarios. Ojo entonces a los electores, a votar conscientemente sin dejarse comprar el voto. Entiendan que su voto cuenta y es decisivo. Y los candidatos a ponerse serios y comenzar ya a debatir sus ideas para sacar a Cúcuta adelante. Estaremos pendientes de la marcha de la campaña para adoptar decisiones.

PD Muy importante y positivo que el gobierno Duque haya tomado la decisión de continuar con el proyecto de acueducto metropolitano cuyos recursos están asegurados desde la administración Santos por más de 350.000 millones de pesos, aportados por Ecopetrol, la Nación y el Departamento. Y que no haya escuchado las voces de amigos políticos que pretendían reversar una obra vital para el futuro de Cúcuta y su área metropolitana. Pero ahora hay que pedir al Presidente que este gobierno también haga un aporte de los recursos que se necesitan para las obras de conducción del acueducto de Villa del Rosario y las complementarias de Los Patios. Es lo justo.