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¡Aquí no pasa nada!
El alcalde César Rojas, rodeado de escoltas, dice que Cúcuta está segura.
Jueves, 2 de Junio de 2016

La semana pasada, en el barrio Claret, asesinaron a un joven de 15 años por robarle su celular. Pocos días antes habían asesinado a otro en el barrio Cundinamarca por robarle una cadena. Ambos asesinatos se cometieron delante de sus padres. Hace menos de 15 días asesinaron a un tendero en el barrio Belén para robarle lo producido del día. Son tantos los crímenes que se comenten a diario que la memoria es frágil y ya nadie recuerda, por ejemplo, el asesinato del estudiante de la Libre de hace un mes, ni el de la profesora de la UDES de hace 10 meses. Los muertos se acumulan, los delitos aumentan: asesinatos, secuestros, amenazas, extorsiones: bandas criminales que operan en la ciudad sin que les pase nada a ellas porque aquí no hay autoridad que valga. El alcalde está muy ocupado en sostenerse en el cargo que no tiene tiempo de gobernar. La ciudad se incendia, los muertos se pudren, el caos vehicular embotella las calles y ¿qué hace el alcalde? Está muy ocupado en la organización de las  Ferias de la Frontera.

Cúcuta está insegura, a pesar de lo que diga el comandante de la Policía (que también tiene responsabilidad en este asunto). Cúcuta está de luto, a pesar de que el alcalde esté de fiesta. Cúcuta no necesita alcaldes ni comandantes ni que se firmen contratos millonarios de manera irregular ni que salgan funcionarios a rasgarse las vestiduras frente a un micrófono en parques y emisoras: pan y circo para entretener al respetable. Cúcuta lo que necesita es una política seria de prevención. La eficiencia no está en capturar al asesino sino en evitar que el asesino asesine. Por eso, cualquier parte de victoria en la captura de un criminal, es, en el fondo, una derrota. Una política de prevención, que no existe. Hace poco estalló una granada en el parque Lineal que dejó heridos a varios uniformados. La policía reforzó la seguridad hasta el mediodía, y luego de eso, el parque siguió siendo el mismo escenario miserable de siempre.

Sin embargo, el alcalde César Rojas, rodeado de escoltas,  dice que Cúcuta está segura. Me gustaría que le dijera eso a la señora Mary Eufemia, cuyo hijito de 15 años fue asesinado de un disparo en el pecho por delincuentes que circulan libremente por las calles de la ciudad con el salvoconducto de la impunidad.

Porque aquí no pasa nada y todo se olvida. Y porque no pasa nada es que nos pasa lo que nos pasa en un revoltijo de olvidos que ya la pérdida de memoria se está convirtiendo en un acto criminal.

Horrendo país, terrible ciudad, en el que las madres tengan que sepultar a sus hijos; en el que el alcalde solo le interese firmar contratos que le ordenan desde la cárcel y en el que el comandante de la Policía parece una figura decorativa para adornar izadas de bandera. Horrible y terrible ciudad en la que se ha convertido Cúcuta donde los únicos que van quedando vivos son los asesinos; en la que los niños conocen el placer de la vida en el mismo instante en que reciben un disparo en el pecho.

Son cosas tremendas, que suceden a diario, y  por eso hay que decirlas, así no pase nada.

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