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Año nuevo, vida nueva; la historia no es determinista
Creo que Cúcuta, después de una racha de malos alcaldes, respira esperanza. Nada será fácil, pero una buena gestión escribirá otra historia.
Sábado, 4 de Enero de 2020

Es evidente que el pasado tiene influencia en los individuos, grupos, pueblos y naciones. Deja huellas y forma características personales y culturales. 

Sin embargo, transformarse, cambiar, orientar la vida de otra manera, es más que posible. Ni la historia de las personas, ni menos la de los pueblos, puede entenderse como determinista, es decir, tan contundente como para regular su futuro. 

Cada ser humano, y también cada comunidad, por difíciles que parezcan las circunstancias, es artífice de su propio destino. 

Hace 60 años, Corea del Sur era un país pobre, destruído por la guerra, con altos niveles de injusticia social, al paso que hoy muestra una economía pujante y ofrece a los suyos estándares de calidad propios de los países industrializados; los surcoreanos rompieron el determinismo histórico invirtiendo grandes sumas en educación. 

Así mismo, nadie se imaginaba el colapso de la Unión Soviética ni la caída del muro de Berlín a principios de los ochentas; una historia lineal mostraba más bien la permanencia del mundo bipolar, que caracterizaba la Guerra Fría, dominado por rusos y norteamericanos. 

Y, en Cúcuta, bajo un esquema determinista de la historia, la Alcaldía debía haberla ganado el grupo de Ramiro Suárez, que contaba con todo el poder municipal y abundancia financiera para hacer pedazos cualquier competidor. 

Parecía ficción que su candidato pudiera ser derrotado por un señor de megáfono en mano. 

La perseverancia, adecuada lectura ciudadana, y valores que logró irradiar Jairo Yáñez, fueron suficientes para derrotar lo que parecía invencible. 

“No hay mal que dure cien años...”, reza el adagio. 

De manera que cada individuo, con sus buenos propósitos para el 2020, tiene el sendero abierto para construirlos, con base en la planeación, la confianza en sí mismo, la tenacidad y una buena dosis de optimismo. 

“Adelante, no hay camino..., se hace camino al andar”, escribió el poeta. Y así como los individuos pueden cambiar su historia, así también los pueblos pueden superar barreras. 

Creo que Cúcuta, después de una racha de malos alcaldes, respira esperanza. Nada será fácil, pero una buena gestión escribirá otra historia. 

En el plano nacional, el determinismo histórico parece ahorcarnos en el subdesarrollo. 

Colombia es una nación dependiente y tercermundista, con una deuda externa que supera los 125 mil millones de dólares y compromete el 25% del presupuesto, baja capacidad industrial, exportaciones basadas en materias primas, y ausencia de control sobre sus recursos naturales; el panorama la muestra como esclava del neoliberalismo internacional, con 23 millones de pobres que luchan en la desesperanza, y unas políticas públicas que poco responden al diagnóstico económico y social. No obstante, porque la historia no es determinista, la ley del péndulo y las reacciones ciudadanas terminarán imponiéndose. El ideal sería que los cambios se dieran gradualmente, evitando radicalismos. Para los colombianos, pues, la expresión “Año Nuevo, Vida Nueva”, significa reflexionar a fondo sobre la realidad para empezar a transformar nuestro país. 

Internacionalmente, el determinismo histórico parece acabar el planeta. La fuerza de la producción capitalista, que crece sin restricciones haciéndonos cada vez más consumistas, ha hecho estragos ambientales en todos los continentes. Lluvias ácidas, sequías, huracanes, 1200 millones de vehículos contaminando, derrames de petróleo y fracking para encontrar más, huecos en la capa de ozono, tala de bosques para producir coca y aspersión con glifosato para combatirla, son algunas manifestaciones que explican el creciente calentamiento global. Quién lo creyera, ni siquiera nieve en Moscú en la última Navidad. Por fortuna, y porque la historia no es determinista, adolescentes que enseñan, como la sueca Greta Thunberg, nos comprometen más todavía, a pesar de las rabietas de Donald Trump. 

La primera potencia económica del mundo, los Estados Unidos, en medio de sus contradicciones, enfrenta en 2020 uno de los mayores retos de su historia: derrotar a su presidente y enderezar el rumbo, o consumirse en la decadencia de los valores humanos para continuar humillando con la separación de familias y la construcción del muro, y desafiando comercialmente a quien no se le arrodille. “Sí se puede”, fue el eslogan de Obama, un presidente negro que rompió el determinismo de la historia norteamericana.  

En síntesis, los propósitos para el 2020 son muchos. Los hay en el plano individual, municipal, nacional e internacional. Tenemos suficiente determinación, confianza y optimismo para edificar nuestro futuro. Claro que podemos!  

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