La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Alzate Avendaño: In memoriam
Trataba duro a las enfermeras y no cesaba de proferir amenazas al gobierno.
Miércoles, 23 de Diciembre de 2015

El 26 de noviembre pasado, hace cincuenta y cinco años, Colombia quedó apabullada con la muerte sorpresiva de Gilberto Alzate Avendaño, el Mariscal. Un líder conservador progresista de inteligencia superior, señalado para ser indefectiblemente presidente de Colombia en 1962. Había sido intervenido días antes  en la Clínica Marly de Bogotá.                                     

Al retratar al Mariscal-como lo apodaban sus seguidores-, Orlando Cadavid dijo que Alzate poseía una enorme dimensión intelectual, una cultura humanística ilimitada, arrogancia impetuosa y sin temores, que le llevó a enfrentar solo a Laureano Gómez en su partido y a todo el establecimiento  cuando se creó el Frente Nacional. Fue guerrero indoblegable de la libertad de expresión. Escritor y periodista del más alto vuelo, que hizo época desde su Diario de Colombia y a quien tratamos de imitar sus admiradores en el progresismo Conservador. Orador parlamentario que marcó hitos en esos recintos. Poco se divulgó de los días y sus momentos en la antesala de la muerte y Cadavid los reconstruyó.

Antes de ingresarlo al quirófano por última vez en menos de cinco días. El líder manizaleño pidió de manera premonitoria un confesor en su habitación de la clínica y  un block de papel para escribirle unas recomendaciones finales a Doña Yolanda Ronga, su esposa. Horas después de la nueva intervención a las 4 y 42 minutos de la madrugada del 26 de Noviembre de 1960 falleció. La primera operación la practicó el eminente cirujano Alfonso Bonilla Naar, pero el ilustre paciente no colaboró con la medicina en el postoperatorio. Su amigo inseparable el doctor Portocarrero que lo acompañaba, consiguió el confesor en la cercana Universidad Santo Tomás y el block encargado. Al día siguiente de la operación, aunque presentaba un mejor aspecto, su temperamento y  su intolerancia persistían  exagerados.

Trataba duro a las enfermeras y no cesaba de proferir amenazas al gobierno, que al reestructurar el gabinete, excluyó a Cornelio Reyes, a Humberto González y a Fernando Urdaneta sus recomendados. En tales circunstancias el Mariscal, que era hombre de frases elocuentes dijo: “Soy un barco que se hunde con las luces encendidas”. Llegó a tal grado la exacerbación temperamental, que Alzate se bajó de su lecho y con la herida y su estómago a dos manos, caminaba cual león enjaulado por los pasillos de la clínica de Marly. Al tercer día del postoperatorio, la junta médica decidió volver a operar ante el desgarramiento de las costuras y la necesidad de explorarlo. Alzate hubo de aceptar y católico practicante se confesó. De esa operación no regresó. Antes,  el Presidente Lleras Camargo había dispuesto el avión presidencial que lo llevara a Estados Unidos y Alzate prefirió a los médicos colombianos.

Premonitoriamente, Alzate Avendaño se opuso al Frente Nacional y a la paridad. Predijo que ese sistema era la implantación de la corrupción en Colombia, porque se quedaría el país sin controles ante el monopolio del poder compartido entre liberales y conservadores y excluir las demás opiniones políticas, que se fueron al monte y que hoy 57 años después, desnaturalizadas, por el narcotráfico y demás delitos, nos tienen negociando la paz y una extraña justicia en La Habana.

Ser alzatista es un estado de ánimo permanente, que algunos conservadores militantes aprendimos aquí con Eduardo Cote, Enrique Flórez Faillace y Jaime González Peñaranda,  cuando aún estábamos en el colegio La Salle.

Adenda: En su época universitaria en Medellín,  el Mariscal Alzate Avendaño iba a las tertulias del café “La Bastilla” y allí le preguntó a Don Tomás Carrasquilla: “Oiga Don Tomás ¿a Usted por qué le llaman Maestro?”. Y el viejo le respondió: “Hombre Gilberto, por lo mismo que llaman a tu papá General”.

Adenda: Felicitaciones a “Goyo”, la ley y el partido conservador es nuestro punto de acuerdo. 2016 debe ser un año de grandes reconciliaciones.

Temas del Día