Hace menos de un mes despedimos el 2020 con la seguridad que finalizaba el año más difícil de nuestras vidas y recibimos el 2021 con la esperanza de dejar atrás rápidamente la pandemia, la crisis social y la incertidumbre. Lamentablemente el arranque de año no ha sido el mejor, seguimos igual y hasta el momento sólo tenemos, a nivel global y nacional, malas noticias y confusión que generan pesimismo.
La nueva ola de contagios, el crecimiento acelerado de las muertes, el colapso de los servicios médicos en varias regiones y la injustificable demora en la llegada de las vacunas, tienen a los colombianos en estado de nerviosismo y angustia. Regresamos a marzo del año anterior y esta pesadilla de la pandemia no tiene final. Cada vez conocemos más personas que han sufrido la terrible tragedia de la pérdida de sus seres queridos, por causa de un virus que no da tregua. La situación a nivel mundial es igualmente preocupante y el número de muertes y contagios crece en Estados Unidos y los países europeos, mientras sus planes de vacunación avanzan en forma lenta.
En Colombia la pasamos mal en estos días. Regresamos a las cuarentenas, los toques de queda, las restricciones a la movilidad, que afectan la actividad económica, el empleo y el ingreso de la gente. No hay alternativa. Las cifras son muy preocupantes. Desde hace semanas estamos por encima de 15.000 contagios diarios y 300 fallecimientos. Con casi 2’000.000 de contagios y más de 50.000 muertes en estos diez meses, ocupamos el poco envidiable décimo primer lugar entre las naciones más afectadas por el virus. Y hoy somos con Irán los únicos de esos 11 que no comenzamos la vacunación. Son solo datos, no opiniones. Es claro que no se hizo bien la tarea.
La sola confusión de los ciudadanos frente a la vacuna es un caos impresentable. Hoy no sabemos cuándo llegará la primera ni cuáles serán las cantidades. En diciembre nos aseguraron que en enero y febrero, esta semana ya nos dicen que en marzo las de COVAX y se duda de los compromisos de entrega de Pfizer. Más allá de la comprensible confidencialidad exigida por las farmacéuticas, el gobierno no tiene respuestas a las inquietudes de los ciudadanos y hoy nadie sabe cuándo será vacunado. Cada día que pasa sin una distribución eficaz y masiva de la vacuna se cuenta en número de muertes. No cabe duda que el gobierno se demoró en las gestiones para su adquisición.
Frente a esta crítica coyuntura sanitaria, económica y social, no se ven aún medidas adicionales. Parecería que la angustia ciudadana va a una velocidad y las medidas del gobierno a otra, mucho más lenta. Solo la presión social puede conducir a que se proteja de mejor manera la población. En el caso de las vacunas ya no hay mucho que hacer, más allá una buena preparación para la eficaz aplicación de las dosis que finalmente lleguen, cuando esto suceda. Pero en lo que tiene que ver con la emergencia social que vive el país, el gobierno debe actuar sin dilaciones. Es urgente y necesario ampliar el financiamiento de las nóminas a las empresas por todo el 2021 y aumentar su monto del 40 al 60%.
Ya es hora también que se adopte la medida de la renta básica o el ingreso básico garantizado por lo menos de un salario mínimo a 8 millones de hogares pobres que la pasan muy mal. Hoy se cuenta con los recursos necesarios en el FOME que ha tenido una ejecución lenta e ineficiente, que no se compadece con el hambre que padecen millones de compatriotas. Más acción y menos televisión debe ser el compromiso del gobierno frente al gran desafío del 2021.