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Academia de Historia: 80 años
Ese día se cumplieron la cita Rafael Espinosa, Teodoro Gutiérrez Calderón (el del Himno de Norte de Santander) y Arturo Villamizar Berti. Los tres, estudiosos y amigos de la Historia. Los tres, inquietos hombres, con ganas de hacer algo por la ciudad. Los tres, intelectuales, brillantes en sus respectivos campos y deseosos de dejar huella en la región.
Jueves, 4 de Diciembre de 2014
Ese día se cumplieron la cita Rafael Espinosa, Teodoro Gutiérrez Calderón (el del Himno de Norte de Santander) y Arturo Villamizar Berti. Los tres, estudiosos y amigos de la Historia. Los tres, inquietos hombres, con ganas de hacer algo por la ciudad. Los tres, intelectuales, brillantes en sus respectivos campos y deseosos de dejar huella en la región. Buscaron a otros amigos, amantes como ellos de las letras, y les propusieron la idea: “Se trata de crear un Centro de Historia del departamento para estudiar y recordar el pasado y estimular a quienes quieran interesarse por el tema”. Dicho y hecho. La idea les sonó, cuajó y la echaron a andar.
   
Era un día cualquiera de 1934, hace exactamente 80 años. Como en la leyenda bíblica, fueron doce los iniciadores. Detrás de Espinosa, Teodoro y Villamizar Berti, llegaron Luis Eduardo Romero, Miguel Durán, Francisco Torres y Luis Gabriel Castro. Cuando Ciro Alfonso Gómez y Bernardo Hernández supieron de la idea, pidieron cupo en el grupo. A ellos se les sumó el educador León García Herreros y luego José María Vesga y Luis Eduardo Pacheco. Todos brillantes.
   
Redactaron Estatutos, hablaron con los políticos y la Asamblea departamental aprobó la Ordenanza que creó el Centro de Historia de Norte de Santander. Al año siguiente, el gobernador dictó el decreto respectivo que le dio vida al Centro. Y en 1936, la agrupación comenzó a sesionar. De manera que se necesitaron tres años para que el Centro de Historia tuviera vida propia. Tres fechas distintas y una sola institución verdadera.
   
Con motivo del centenario del Terremoto de Cúcuta y reconstrucción de la ciudad (1975), el Congreso de la República dictó una Ley, que transformaba el Centro de Historia, en Academia de Historia de Norte de Santander.
   
Desde entonces, la Academia ha pasado las verdes y las maduras para poder subsistir. Algunos gobernantes le han dado la mano a la entidad, pero otros se han hecho los de la vista gorda: La Academia no produce votos. Han sido ochenta años de investigación, de estudio, de trabajo. Por su presidencia han pasado ilustres hombres de la región como José Luis Villamizar Melo, Alfonso Ramírez Navarro y Mario Vásquez Rodríguez, ya fallecidos, y los que viven, como Pablo Emilio Ramírez Calderón, Laura Villalobos, Juan Pabón Hernández, Rafael Eduardo Ángel, Pablo Chacón Medina, Luis Eduardo Lobo Carvajalino y Miguel Andrade Yáñez .
   
Le correspondió al actual presidente,  Iván Vila Casado, el honor, la tarea y la responsabilidad de conmemorar los 80 años de vida de la Academia. Para celebrarlo como debe ser, con bombos y platillos porque 80 años no se cumplen todos los días, Iván Vila se asesoró de un Voluntariado femenino, que le metió manos, cabeza y corazón al proyecto de sacar adelante la efemérides. Son ellas, Déborah Guerra, abogada, docente universitaria y empresaria internacional; Susana Carvajal, comunicadora social y especialista en estudios de política y eventos; Mary Alejandra Mendoza, ingeniera industrial; Lucelly Castañeda, profesional en Mercadeo y Alta Gerencia, y Yajaira Benítez, administradora de empresas. Ellas, como los ángeles de Iván, lo acompañan, le dan ideas, le soplan proyectos al oído y se sacrifican por sacar adelante, con denuedo y desinteresadamente, brillantes iniciativas a favor de la Academia.
   
Los académicos estamos, pues, de plácemes. Mañana, viernes, echaremos la casa por la ventana, a las 6 de la tarde, en la Biblioteca Julio Pérez Ferrero. Allí, entre fiestas, vinos y tabla de quesos, se le impondrá la medalla de la  Academia  al presidente de la Academia de Medicina de Colombia, el médico chinacotense Juan Mendoza Vega. Allí se reunirán empresarios, médicos, autoridades y amigos de la Historia. Un bonito motivo para el reencuentro con la cultura.  
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